Era la vuelta a la Libertadores después de 610 días de ausencias y unos cuantos sinsabores en el torneo local. El año anterior la había mirado por TV. Pero el equipo más ganador del Siglo XXI, el verdadero Rey de Copas, tenía la sangre en el ojo y la Copa entre ceja y ceja. Tras el exitosísimo ciclo de Carlos Bianchi, Boca no había vuelto a levantar el trofeo más importante del continente. Habían pasado Miguel Brindisi, Chino Benítez, Alfio Basile y Ricardo La Volpe, y ninguno había tenido posibilidades de levantar la tan ansiada sexta Libertadores. Hasta que un día, un tarde de verano, llegó Miguel Russo. Sí, Miguel. El mismo Miguel que este martes, en Caracas, volverá a sentarse en el banco para empezar a cumplir con el sueño que durante todos estos años nadie pudo convertir en realidad: llevar nuevamente al equipo a la cima de América.
Era otra época, sí. Otros jugadores, también. Pero la misma exigencia de siempre. Y Russo, que agarró un plantel repleto de figuras de relieve internacional, tuvo el mérito de armar un equipo sólido y ultracompetitivo que dio la vuelta en Porto Alegre con un Ri Riquelme brillante. Ahora, con Román siguiéndolo a la distancia pero igual de presente, Miguel buscará arrancar con el pie derecho en Venezuela para apuntarle de lleno a la Copa después de la definición de la Superliga. En 2007 debutó con un empate sin goles contra Bolivar, en La Paz. Esta vez, el rival es Caracas, el más débil del grupo. ¿Repetirá?
“Más que recordarla, la quiero volver a vivir. Es la diferencia. La quiero volver a tener de la misma forma, de la misma manera”, contó el DT en la previa del duelo de esta noche en el estadio Olímpico.
Dada la pelea palmo a palmo con River en el campeonato doméstico (se resuelve este sábado a las 21), el técnico pondrá en la cancha un mix entre titulares y suplentes, y preservará a sus principales figuras de cara al cruce del fin de semana con Gimnasia. Carlos Tevez y Eduardo Salvio, de hecho, dos de los jugadores que más minutos venían sumando, ni siquiera viajaron a Venezuela y se quedaron trabajando en Ezeiza. El objetivo máximo es la Copa, pero la prioridad, hoy, es el final de la Superliga.
Russo sabe bien cómo encarar esta clase de partidos. Y sabe, también, que la Libertadores suele dar revancha. Que el tema es, sobre todo, hacerse fuerte de local. Y después intentar sumar de visitante. En 2007, sin ir más lejos, sólo ganó dos encuentros fuera de casa. Y le alcanzó para ser campeón de manera indiscutible.
“¿Qué es ganar la Libertadores con Boca? No no tiene una palabra que lo defina. Ganar la Libertadores no tiene un slogan ni una definición. Son cosas que, con el tiempo, uno le va poniendo nombres distintos. Sería bello, lindo, hermoso. Es algo difícil, que gracias a Dios me ha tocado ganarla. Le toca a muy pocos. Somos privilegiados”, explicó Russo en una linda charla con la web del torneo.
Pasaron casi 13 años de aquella histórica noche en Brasil. De las corridas de Palacio. Del llanto de Palermo. De los goles de Román. Pasó más de una década y nadie pudo repetir el logro de Miguel. “Si tuviera a Banega de 5 y a Riquelme de 10, los pondría. Pero no me gusta hacer estas comparaciones con el pasado”, contó.
Este martes se pone en marcha una nueva ilusión. Quizá, de acá a noviembre, Miguel ya no vuelvan a preguntarle del pasado.