Casi la mitad de los chicos son obesos

Cuatro de cada diez niños tienen sobrepeso u obesidad. Y es muchísimo. Hoy en los consultorios, estamos viendo chicos con hipertensión, insulinorresistencia, hígado graso, baja autoestima y depresión, enfermedades que hasta hace unos años sólo eran de adultos, y que hoy las padecen nuestros niños como consecuencia de su obesidad.

Hace unas décadas, un niño rellenito era sinónimo de salud y felicidad y en todo caso, se pensaba que “cuando pegara el estirón” su peso se iba a acomodar a su altura.

Pero hoy sabemos que no es así. Sin intervención, un niño obeso tiene muchas posibilidades de seguir siéndolo en la edad adulta y por primera vez en la historia, si esta situación no se revierte, nuestros hijos vivirán menos que sus padres.

La pregunta más frecuente es: ¿los padres somos culpables? La respuesta es no. Es todo un sistema el que falla: no hay políticas públicas que regulen los entornos saludables, la publicidad, el etiquetado frontal, los kioscos escolares, el acceso a los alimentos más saludables y así, podría seguir la lista de carencias que existen en cuanto a obesidad infantil.

Pero, a pesar de esto, no todo está perdido. Porque si bien los padres no somos culpables somos responsables de la alimentación de nuestros hijos, el contexto socioeconómico no ayuda, cada familia hace lo mejor que puede. Pero, hay cambios que podemos implementar que no están relacionados con una cuestión de acceso económico.

Por ejemplo, la principal fuente de azúcar que consumen los chicos es a través de las gaseosas. Están consumiendo enormes cantidades de calorías vacías. O sea, sin ningún tipo de nutrientes.

Es fácil acostumbrarlos a tomar agua o preparar aguas saborizadas caseras con trocitos de frutas y dejar las gaseosas para ocasiones especiales.

Adaptá los tamaños de las porciones según la edad, y no lo obligues a terminar el plato. Pensá que el estómago de los niños tiene menor capacidad que la del adulto y muchas veces servimos porciones sin tener esto en cuenta.

1 de cada 3 niños consume el doble de las calorías necesarias para su edad. Como con los adultos, tratá de evitar el picoteo entre comidas, sobre todo si son snacks y galletitas. Insisto con la frutera, bien a la vista. Te aseguro que 1 kg de frutas de estación sale menos que un kilo de galletitas.

Los chicos aprenden observando, si sus papás compran, cocinan y comen saludable, ellos también lo harán. Así que es importante dar el ejemplo.

No uses la comida como premio o castigo. Si un chocolate se vuelve un premio cuando queremos que haga algo, y una ensalada se vuelve un castigo al igual que la falta de su postrecito favorito, quiero que sepas que estas estrategias son desencadenantes de problemas, ya que confunden a los chicos con el poder y el control e interfiere en su instinto de cuánto necesita comer, dañando su autorregulación y formando una conducta poco conveniente con los alimentos.

Como conclusión: “Los niños NO crecen porque comieron, los niños comen porque están creciendo”, dice el médico pediatra Carlos González. Recordá que es muy importante el control anual con el pediatra y si detectas que tu hijo no tiene un cuerpo cómodo y sano, plantealo con tu médico que será el encargado de explicarte el tratamiento transdisciplinario más conveniente.

Incorporar frutas y verduras en la alimentación es el primer paso para una alimentación saludable (Shutterstock)

Incorporar frutas y verduras en la alimentación es el primer paso para una alimentación saludable

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