Abrió en 1887. Desde 1925 funciona en Alsina 416, en pleno Casco Histórico. La Puerto Rico es otra de las víctimas de la pandemia, la cuarentena y todas las consecuencias que el coronavirus está provocando en la actividad económica en general, y en el área central de la Ciudad en particular.
Con la actividad reducida al mínimo por el home office, el bar notable que tenía 70 mesas y capacidad para 180 comensales se había quedado sin clientes y, aunque bajó la persiana para siempre el 31 de diciembre, la noticia trascendió ahora.
Quizá porque solía cerrar todo enero por vacaciones. También porque la zona céntrica de la Ciudad sigue sin el tránsito habitual de los oficinistas y los empleados de las dependencias públicas. En concreto, el bar que desde hacía 30 años gestionaba la misma familia bajó a persiana. Y parece que será para siempre.
Desde 2012 la que estaba al frente de lunes a lunes era Esther. Su marido, Manuel, había muerto en 2012, el mismo año en el que se había jubilado Miguel, que se encargaba de tostar el café ahí mismo. La tradición y la variedad de sabores siguieron, pero los granos ya venían tostados.
Cuentan ex empleados y clientes que Esther luchó por sostenerlo aún cuando ya no se veía la fila de gente esperando que abriera para llevarse un café con algo de pastelería.
Que por la cuarentena y la falta de turistas dejaron de abrir, primero, los fines de semana. Y luego, como trabajaban al 20 por ciento de lo que solían hacerlo, de lunes a viernes cerraban a las 16, porque aunque casi no entraba gente durante todo el día, después de esa hora el Casco Histórico se volvía un desierto.
En la Puerto Rico trabajaban 14 personas. Mientras existió el ATP, la ayuda del Gobierno le sirvió a la dueña para sostenerlos. Luego redujo el personal a 7. Afirman que achicaron gastos, abonos y todo lo que pudieron para subsistir. Pero tampoco alcanzó para afrontar los gastos que genera un local tan grande.
Hasta que no vuelva la administración pública a esa zona no hay clientela», repite una de las fuentes.
Antes de la pandemia la Puerto Rico ya tenía take way. Era común ver oficinistas y empleados de la zona ir directo al mostrador para llevarse un café con una cremona, una medialuna o alguna otra delicia de la pastelería del lugar. Pero eso tampoco alcanzó porque directamente no había gente para pedir y llevar.
El prestigio de la Puerto Rico también tenía que ver con el Pan Dulce de fin de año, las roscas de Reyes y las cremonas.
En su historia de más de cien años, sus mesas tuvieron visitantes con nombres ilustres como Jorge Luis Borges, Enrique Cadícamo. y Niní Marshall, entre otros. Y hasta fue escenario de la película «Las cosas del querer», dirigida por Jaime Chávarri.
Fuente Clarín
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