Metallica colmó anoche el Campo Argentino de Polo y se reunió con el público local tras cuatro años desde su último show en el país con un potente concierto enfocado en su legendario Álbum negro, que recientemente cumplió 30 años.
El conjunto fundado por James Hetfield -cantante, segunda guitarra y principal letrista de la banda-, y el baterista Lars Ulrich tuvo su esperado regreso a Buenos Aires tras su presentación suspendida en 2020 por la pandemia de coronavirus y su último show en el Lollapalooza de 2017.
Más allá de que un tercio de los temas tocados por Metallica fueran de su célebre y más exitoso disco homónimo, conocido popularmente como Álbum negro, el resto del show abarcó fragmentos de lo mejor de la etapa más thrash metal de la banda, con la salvedad de unas pocas canciones de su etapa posterior.
También con la estelar participación de los experimentados Kirk Hammett, guitarrista principal de Metallica desde su primer disco, y Robert Trujillo, bajista de la banda desde 2003, el conjunto salió con Whiplash, de su ópera prima Kill ‘Em All de 1983, y Ride the Lightning del álbum homónimo del año siguiente.
El entusiasta y siempre pintoresco público metalero no se quedó corto en cuanto a momentos conducentes a saltar y llevarse algunos moretones de recuerdo con los frenéticos pogos que le dieron color y calor a la fría noche.
Para separar algunos temas y ampliar la idea atmosférica de la canción que estaba por comenzar, el espectáculo contó también con pequeñas piezas visuales proyectadas en las pantallas que aportaron a la estética dark del show.
En su consecución, la lista de temas reforzó el espíritu thrash metal de los ‘80 que sobrevoló la mayoría de veces el espectáculo y se mezcló con el infaltable Álbum negro: Holier Than Thou, Seek and Destroy de Kill ‘Em All y el inolvidable One, del disco …And Justice for All de 1988, que derivó en un show de lasers que se sumó a las recurrentes llamaradas para disfrute visual del público.
Le siguieron Sad But True, el emotivo The Unforgiven, Creeping Death, el reciente Moth Into Flame y No Leaf Clover, canción grabada en 1999 entre Metallica y la Orquesta Sinfónica de San Francisco.
Para el final, sonó Master of Puppets, del aclamado disco del mismo nombre de 1986, y la banda se retiró unos minutos para dar paso a los bises ante la arenga típicamente argentina.
El conjunto reapareció con Spit Out the Bone, del disco Hardwired… to Self-Destruct de 2016, y se retiró a lo grande con una de sus mejores power ballads, Nothing Else Matters, y el tema de apertura del disco que más canciones aportó a la velada, Enter Sandman, lo que puso un broche de oro a la gran noche del metal y permitió a los fanáticos seguir saltando con más actividad que nunca.
El show de Metallica también se pudo seguir a través de una transmisión por streaming en la plataforma Flow, a la que se conectaron 250 mil personas.
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